Un compañero ha muerto hoy trabajando, un colega de profesión, no es un militar ni un policía ni un bombero, sino un docente muerto "en acto de servicio". Un profesor ha muerto hoy, asesinado por un alumno, en Barcelona mientras ejercía su trabajo como docente de Historia en un Instituto. Ha sido un alumno de 13 años en que lo ha matado armado con una ballesta de fabricación casera y un puñal. El menor ha irrumpido en el Instituto Joan Fuster de Barcelona y ha atacado a varios profesores y alumnos: el resultado del ataque ha sido el de la muerte de un profesor y cuatro heridos, dos alumnos y dos profesores más, todos ellos están afortunadamente fuera de peligro. El alumno agresor se encuentra retenido y por su edad, muy posiblemente no sea imputado penalmente. La noticia impacta, debe hacerlo porque si no, no entendería que siguieras leyendo estas líneas. Si no te importa esta noticia, no merece la pena que sigas leyendo. Lo digo porque muchas personas al leer la noticia se mofan de lo ocurrido, hacen burla, la banalizan o le quitan importancia. La impactante noticia ha saltado a los medios de comunicación a las pocas horas de producirse, algunos de los principales periódicos (El Mundo, El País, La Vanguardia...), han llevado la noticia a sus portadas en sus páginas web. La imagen que pongo a continuación es la retirada del cadáver del compañero fallecido por los servicios médicos y funerarios. Aún no sé su nombre pero este artículo va dedicado a ese compañero muerto hoy ejerciendo la que para mí es una de las más nobles profesiones que se pueden tener: la de enseñar y educar. Este compañero acudió en auxilio de otra profesora y de sus alumnos al escuchar los gritos de socorro que daban, ya que el agresor no estaba en su misma aula, sino en otra contigua. No tengo suficientes palabras para expresar el dolor que tendrá ahora su familia y en su memoria hay que resaltar la profunda valentía, solidaridad y compañerismo que hay que tener para dar tu propia vida ejerciendo tu profesión.
Foto: EFE. Fuente: El Mundo.
Hoy día es peligroso ejercer la profesión docente: el día de hoy pasará a la parte más triste de nuestra Historia. Nunca antes un alumno había matado a un profesor en un centro educativo, nunca antes se había producido una agresión a un docente con resultado de muerte, pero los casos de agresiones a docentes por parte de alumnos, padres/madres/tutores legales o familiares son alarmantemente crecientes en los últimos años en los centros educativos de nuestro país. Más allá de las circunstancias concretas del terrible ataque que se ha producido a primera hora de la mañana, este suceso debería hacernos reflexionar sobre diversas cuestiones. En primer lugar el creciente número de episodios de violencia escolar en las aulas españolas, y muy particularmente las dirigidas hacia docentes, víctimas de agresiones físicas, verbales y psicológicas por parte de alumnos y familiares. Resalto esto no solamente porque hoy es la primera vez que hay una víctima entre los docentes, sino porque aún hoy cuando se habla de violencia escolar en España no se especifica ni se identifica bien que muchas veces son los docentes los que la sufren. De este modo yo reivindico el hablar de casos de violencia escolar hacia los docentes como un caso específico de violencia escolar. De hecho no he encontrado estadísticas específicas sobre este tipo de violencia porque creo que aún queda mucho camino por recorrer: no hay conciencia real del problema, el docente no siempre denuncia los hechos o bien se archivan, la legislación del menor hace que los menores de 14 años no tengan ningún tipo de responsabilidad penal, a veces puede que los medios de comunicación confundan reivindicaciones laborales (mayor atención educativa a problemas de convivencia...); con hechos delictivos como son las agresiones físicas, verbales o psicológicas (en este último caso hay que decir que no se especifican las bajas laborales psicológicas causadas por agresiones, ya que no se distinguen de las causadas por otros motivos o causas). El problema viene de lejos, es complejo y tiene que ver con algunos factores que, en mi opinión, citaré brevemente:
- Minusvaloración social del docente. Hemos pasado en 40 años de considerar una eminencia incuestionable y autoritaria al maestro y profesor (herencia de una escuela franquista y un modelo social machista) a considerarlo como un mero transmisor de conocimientos que no debe coartar o limitar los deseos de un menor del que no es padre/madre/tutor. Todo el mundo parece saber y puede opinar sobre Educación y Enseñanza, pero casi nadie parece realmente interesado en conocer a fondo su complejidad y la multiplicidad de factores que influyen en ella.
- Inoperancia en las políticas públicas educativas. La propia complejidad de un Estado autonómico cuasi federal en la administración educativa ha provocado un caos legislativo desde 1990 del que aún no nos hemos recuperado y que hace fracasar sistemáticamente por falta de consenso político claro de todas las leyes orgánicas educativas al tener un sesgo político o ideológico.
- La Educación no tiene un modelo de referencia claro ni político, ni social ni moral. Antes, más para mal que para bien, la Iglesia o el Estado ejercían una autoridad ético-moral sobre los menores que no ha sido sustituida por ningún otro modelo ético-moral.
- Muchas familias españolas no ejercen ninguna autoridad moral sobre sus hijos. Los cambios sociales producidos en los últimos 25-30 años ha creado en lo positivo y en lo negativo, una multiplicidad de familias (tradicionales, monoparentales,..,); muchas de las cuales no parecen querer hacerse responsables de sus hijos. No es que todas las familias no tengan esa autoridad, pero sí es cierto que muchas familias no la tienen porque no ejercen como referente ni autoridad para sus hijos/as, o no lo hacen plenamente. Es como ser padres por horas o días, pero no con plena dedicación. Aquí influyen negativamente graves situaciones sociales y económicas, la no conciliación de la vida familiar y laboral, el machismo estructural de muchas familias... Dicho esto con total independencia de la ideología, creencias religiosas, morales o de cualquier otro tipo que tenga la enorme variedad de familias existente hoy día en España. Ya que se dan casos negativos y positivos con independencia del tipo de familia que sea, en mi opinión, es más una cuestión de irresponsabilidad que del tipo de familia.
- La negativa influencia de los medios de comunicación y la sociedad de consumo en los menores. Presente en la "aculturación" y copia de roles (búsqueda de fama inmediata, falta de cultura del esfuerzo, inmediatez en la consecución de los deseos...), que se da en muchos programas y series de televisión de éxito, unido al desarraigo familiar o a la falta de tiempo dedicado a los hijos... Cuando no hay apenas límites por parte de los padres/madres/tutores a los deseos de tus hijos cuando son niños (exaltación del regalo y olvido y minusvaloración del juego compartido) y llega a malcriar a un hijo, es injusto trasladar esa responsabilidad al docente al que le resulta muy difícil o imposible revertir esas conductas en el ámbito educativo, sobre todo cuando ese niño se convierte en adolescente disruptivo. Aunque la víctima es a veces otro menor, el docente, por la enorme responsabilidad de su trabajo, paga también las consecuencias del mal comportamiento del alumno/a maleducado.
- El auge de Internet, teléfonos móviles y de las redes sociales, aunque no siempre, a veces juega en contra del docente en su labor diaria en la escuela. Téngase en cuenta que los mismos padres/madres/tutores son los primeros que compran, regalan o pagan los medios electrónicos que usan sus hijos y menores a su cargo, sin medir las consecuencias de un mal uso irresponsable de los mismos. Sin el control parental un móvil en manos de un menor puede ser una "bomba", valga la expresión.
- La desidia en el trabajo de algunos docentes o su falta de preparación y de autocrítica (presente en todo colectivo laboral), así como el añadido de algunos o todos los puntos anteriores, hacen poner en cuestión casi a diario el trabajo docente en muchas ocasiones por parte de un alto número de padres/madres/tutores y familiares en los centros docentes cuando surgen problemas de conducta, de convivencia con iguales o con los profesores o bien hay malos resultados académicos, que no son asumidos como fracasos propios del alumno o del padre/madre/tutor y aducen que es más un fracaso del "sistema educativo" o de la escuela que suyos como padres.
Mientras no ocurran sucesos tan luctuosos y dramáticos como el que ha ocurrido hoy en Barcelona, la sociedad no parece ver la enorme gravedad de este asunto: la creciente violencia escolar hacia el docente.
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