viernes, 5 de octubre de 2007

Políticos, tertulianos, fachas y radicales polémicos habituales

No sé si me arrepentiré de meterme en polémicas político-mediáticas (no creo que mucha gente lea este blog), pero me apetece hablar un poco de la locura en la que estamos metidos en los últimos años en torno al nacionalismo (el español y los periféricos, esto es catalán, vasco, gallego...).
Y con esto me refiero a polémicas como la reciente quema de fotos del rey en Gerona, al cuestionamiento de la forma de gobierno (que si monarquía o república), el órdago de Ibarretxe en lo referente a un referéndum de Autodeterminación, o incluso las eternas polémicas de las "dos Españas", el interminable asunto del atentado del 11 de marzo del 2004, la última negociación gobierno Psoe-entorno de Eta y sobre todo al papel de los medios de comunicación en todo este lío. España es un curioso país: ha cambiado en menos de setenta años de forma de gobierno, constituciones (o no ha tenido como con Franco), himno y bandera varias veces (Monarquía de Alfonso XII, IIª República, Franquismo y Democracia con Monarquía Constitucional). Grupos ideológicos más o menos minoritarios se quieren apropiar siempre de lo que es o no es España. España es un concepto mucha veces abstracto y poco definible, para algunos existe desde los Reyes Católicos y no ha cambiado o no debe cambiar: nación una e indivisible, para otros país culpable de las mayors desdichas y sometimiento, sojuzgadora de naciones libres e independientes como Catalunya o Euskalherria, o simplemente un ente político artificial que no molesta pero que no deja de ser nuestro a la vez, que es como yo lo siento: el lugar donde nací, con una historia que asumo para bien o para mal y uno de cuyos idiomas oficiales en el que hablo y pienso, y en el que escribo estas líneas, el bello idioma castellano. Entonces, ¿por qué pone gente muy distinta tanto empeño en darle vueltas a la idea de España, en enaltecerla hasta el infinito o en vilipendiarla al máximo? Pues yo creo que porque las identidades nacionales tienen más que ver con sentimientos que con razonamientos, porque los nacionalismos (tanto el "españolista", como el vasco, catalán y gallego) se necesitan y alimentan mutuamente unos a otros, ya que no pueden existir sin su opuesto (o supuesto opuesto, mejor dicho). Cuando se estudia (o se intenta conocer bien, porque es muy difícil) la Historia de España sin apasionamientos extremos, con una mente abierta y se quiere escuchar o leer opiniones muy diferentes sobre la misma, se da uno cuenta de que estos "problemas" no son nuevos ni tienen porqué llevar inevitablemente a tragedias civiles, siempre y cuando se mantenga la calma y no se deje llevar uno por el ruido, las demagogias y los intereses partidistas de los que meten cizaña (sean éstos de izquierdas, derechas, nacionalistas españoles o nacionalistas vascos, catalanes o gallegos). En fin que España, por mucho que quieran los de unas posturas u otras, no está en peligro como país (ni con este gobierno socialista ni con el que venga en el futuro cuando cambie antes o después) mientras que la mayoría de la gente no les haga demasiado caso a los supuestos "bandos" que pretenden enfrentar. España, se defina como se defina, es una democracia consolidada en el que todos pueden hablar y opinar (por eso a veces hay tanto ruido como ahora), cuyas leyes o constituciones pueden y deben cambiarse si hay consenso o acuerdo suficiente, y que la violencia sea del terrorismo de Eta, Al Qaeda o de quien sea no lleva a nada. Somos europeos ibéricos o ibéricos europeos. Por cierto, hace unos meses se publicó una encuesta en Portugal en la que muchos portugueses no ponían pegas a unirse a España en una nación Ibérica dentro de la Unión Europea. Saramago se unía a la idea, yo creo que también me apunto...

Premio para el que consiga leer hasta aquí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado profe de escuela transcendente,

Con respecto a este tema permítame defecarme en el rey, Ibarretxe, el 11M, Mariano y José Luis, y todos aquellos que gustan de marear la perdíz con estos temas en lugar de hacer del sitio en que vivimos un lugar más habitable.

Personalmente, me reconozco anacrónico en mis pretensiones nacionalistas; si bien no aspiro a un estado ibérico con los lusitanos sí que me congratulo de los acuerdos proeuropeístas; pero del mismo modo, reconozco que la bandera que más me tira es la de mi barrio y mi gente, mis conocidos son mi mejor patria (la hecho de menos cuando estoy lejos como a ninguna otra).

Por cierto, quiero mi premio por haberlo leido todo, y del tirón.

José Alfonso Rueda dijo...

Joder, he llegado al final de la parrafada.
Siempre me han dado asco los nacionalismos (todos, del signo qu sean); la de barbaridades que históricamente se han hecho en su nombre. Y más asco me dan cuando aquellos que, supuestamente, representan la ideología con la que más me identifico (PSOE en este caso), se dejan llevar por esos nacionalismos paletos (del signo que sean) con tal de conseguir unos miserables votos más.
Siempre me he sentido socialista, de los de Pablo Iglesias. Y eso para mí significa ser demócrata, no revolucionario, y universalista, lo opuesto a nacionalista.
Aparte de eso, decir que me da rabaia que en esta España plural, nación de naciones, casi nunca nos acordemos de esas otras "Españas" que históricamente han existido y que han ayudado tanto a conformar nuestra cultura. Sin ir más lejos, Al-Ándalus. Parece que algo sí tienen en común todos esos nacionalismos, su raíz cristiana y el no considerar como "suyos" a quienes no lo eran.
Ea, otra parrafada por mi parte.